No es la obra de El Escorial, pero bien podríamos referirnos al nuevo Museo de las Colecciones Reales como una obra que ha durado mucho más de lo que previeron sus gestores y que ha sido sustentada presupuestariamente por varios gobiernos de distinto signo en medio de la mayor crisis económica de las últimas décadas, lo que a todas luces supone un milagro.
La obra de El Escorial se inició en 1562 y se terminó en 1584, es decir veintidós años después bajo el reinado de Felipe II. La construcción del Museo de las Colecciones Reales se decidió por acuerdo de la Comisión de Asuntos Culturales del Gobierno presidido por José María Aznar el 23 de noviembre de 1998 y no estará culminado -si se cumplen los últimos plazos previstos- hasta bien entrado el año 2016, es decir 18 años después.
Un camino de obstáculos
El fallo del concurso internacional de ideas para el encargo del proyecto fue impugnado por uno de los arquitectos licitantes y, posteriormente, la aparición de restos de la muralla de Madrid y la modificación del Plan General de ordenación Urbana de la capital motivaron que la primera adjudicación para le ejecución del proyecto de los arquitectos Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno García-Mansilla no se realizara hasta el 27 de noviembre de 2006.
Cuando abra sus puertas habrán pasado varios gobiernos de distinto signo político e incluso dos reyes, D. Juan Carlos y D. Felipe, numerosos ministros de Cultura, de Hacienda y de Presidencia -ministerio al que pertenece Patrimonio- y varios Presidentes de esta Institución. El actual, José Rodríguez-Spiteri aspira a concluir la obra en los plazos previstos, aunque para entonces, tras la próximas elecciones, habrá seguro un nuevo Gobierno y puede que otro responsables al frente de Patrimonio, institución en la que debe prevalecer -según Rodríguez-Spiteri – el sentido de Estado de tal forma que el que llegue debe asumir la herencia de su predecesor.
En un gesto poco usual cuando se trata de obras públicas el actual presidente de Patrimonio ha querido desnudar las cuentas de este mastodonte arquitectónico -posiblemente la mayor obra pública que se construye actualmente en Madrid-, con unas dimensiones colosales y con la particularidad, poco usual en los tiempos que corren, de que se terminará con un ahorro de 40 millones de euros sobre el presupuesto inicial con el que se diseñó.
Un presupuesto con cuarenta millones de ahorro
El concurso, redacción del proyecto arqueológico y estudios previos se ha llevado 8,4 millones de euros. El muro de contención y el vaciado, una de las obras más espectaculares, con unos grosores casi de muralla medieval, han costado 20,3 millones de euros. Otros 37 millones la cimentación y estructura del edificio y la urbanización de la plaza de la Almudena, en cuyo fondo estará la entrada de visitantes.
En cubiertas y fachadas se han gastado 26,8 millones y otros 33 están destinados a acabados e instalaciones en donde llaman la atención los huecos destinados a los ascensores en donde podrán ascender de golpe hasta 80 personas. Los honorarios profesionales del estudio de arquitectura Tuñon-M.Mansilla es de 8,4 millones y otros 23 millones se llevará la Museografía y la certificación final para el comienzo de la actividad. En total, 158,2 millones de euros, alrededor de 40 millones por debajo del presupuesto inicial con el que se diseñó, lo que ha obligado a reestructurar, sobre todo, la parte ornamental y los acabados.
El litigio con El Prado
El museo albergará unas mil obras del Patrimonio Nacional -de las aproximadamente 150.000 que actualmente están dispersas en palacios, museos y almacenas, además de los fondos del museo de carruajes o de armas y armaduras. La idea es que el museo tenga una concepción de rotación en donde las piezas se vayan sucediendo dando protagonismo a las exposiciones temporales y con pocas piezas fijas, entre las que no se descarta que pueda haber alguna que en este momento se exhibe en el Museo del Prado, propiedad de Patrimonio, y pendiente de acuerdo entre ambas instituciones.
Entre ellas Patrimonio sigue litigando en los despachos, que no en los tribunales -puntualizo Spetiri-, para la devolución de cuatro cuadros en depósitos desde hace décadas en el Prado: “El descendimiento” de Roger van der Weyden, “La mesa de los pecados capitales”, de El Bosco, “El jardín de las delicias”, también de El Bosco, y “El lavatorio” de Tintoretto.
El edificio, como pudo comprobar RevistaDeArte, se encuentra ya totalmente construido y perfectamente mimetizado con el entorno, tanto desde la perspectiva de las fachadas principales de palacio y plazas de la Armería y Almudena, como desde la vista del Campo del Moro, formando un núcleo arquitectónico con su envolvente finalizada.
En su interior se llevan a cabo los trabajos de la última fase, acabados en instalaciones, situándose la maquinaria de climatización (enfriadoras, climatizadoras, calderas y torres de refrigeración), ascensores, techos técnicos para albergar sistemas de iluminación, megafonía, detección de incendios, etc. La primera impresión de estas salas diáfanas bañadas por la luz que entra por números ventanales es más la de esta en un aeropuerto más que en un museo en donde estarán expuestas algunos de las joyas de la corona.
12.000 metros para exposiciones y 40.000 construidos
La superficie total es de 40.000 metros, de los que los visitantes podrán recorrer unos 12.000 repartidos en tres grandes naves. Los restos arqueológicos ocupan 2.141 m2 y otros 1.000 m2 para auditorio. Los almacenes y talleres ocuparán otros 6.500 m2 en donde habrá cámaras acorazadas para la custodia de las obras y otras salas emplomadas para la utilización de rayos x por los restauradores.
Cuando al fin el museo esté construido hará falta una dotación que el actual presidente de Patrimonio estima en 7 millones de euros para los gastos de funcionamiento en donde esperan tener también un alto índice de autofinanciación en línea con el resto de las actividades de Patrimonio, que en este momento es del 34 por 100 de su presupuesto de 125 millones.
Según el arquitecto Emilio Tuñón Alvarez, una de las peculiaridades de esta construcción es el muro de contención en el talud vertical de la Plaza de la Armería hacia el Campo del Moro, que es una de las obras más espectaculares que se pueden ver en Madrid.
También la propia disposición del edifico en el que se entra por el piso superior y se va descendiendo por rampas para visitar las tres grandes salas de exposición. Aparte de otras soluciones a problemas técnicos que no verán los turistas como los grandes huecos de ventilación, salas de máquinas, almacenes, etc. En este momento y con numerosos andamios y maquinaria trabajando es difícil imaginarse que en un año estos espacios albergarán piezas que representan siglos de coleccionismo y mecenazgo de la corona a lo largo de su historia.
En este sentido, según Alicia Pastor, gerente de Patrimonio Nacional se pretende devolver a los reales sitios, palacios y museos su decoración original, hoy sobrecargada con muchas piezas que no se corresponden ni al periodo ni al reinado en el que fueron construidos.
Clientes no le van a faltar ya que sólo el Palacio Real recibe 1,3 millones de visitantes al año, que dejan en las arcas de Patrimonio siete millones de euros. Otro frente es el del personal que debe ser contratado en un momento de precariedad en la administración y cuando Patrimonio cuenta ya con más de 300 plazas vacantes pendientes de concurso.
Jesús F. Briceño
Fotos: Logopress y Patrimonio